lunes, 30 de mayo de 2016

El K.O. el eterno contraste del vencedor y el derrotado. Un efecto que vas mas allá de la cuenta de diez.




El boxeo como deporte de contacto tiene la primicia de: dañar y evitar ser dañado, llamado también como la “dulce ciencia”, es un deporte que si de algo ha carecido históricamente es precisamente de eso, de ciencia. El objetivo máximo de un boxeador durante un combate es propinarle a su rival un “Knock Out” que no es otra cosa que una contusión cerebral….  Un artículo publicado en 2015 por The Physician and Sports Medicine presenta un serio y destacado análisis en cuanto al daño cerebral ocasionado a los boxeadores como el impacto acumulativo de golpes a la cabeza y los protocolos que existen para tratar, monitorear y regresar a la actividad en las mejores condiciones posibles, además de sugerir medidas de prevención de lesiones cerebrales. Pretendo hacer un muy breve resumen y análisis de este artículo para el público general amante de este bello deporte, para mis colegas médicos, y principalmente, a nuestros admirados valientes del cuadrilátero que todo lo dejan y exponen. En el enorme espectro de un boxeador que gana una bolsa de millones de dólares a otro que busca la forma de subsistir, la única condición sine qua non que prevalece es la de dos seres humanos golpeándose uno a otro en la dura soledad de un ring ante la mirada admirablemente expectante y morbosa de los aficionados.


El K.O. no es otra cosa más que una contusión cerebral.

Creo firmemente que los que estamos alrededor de este deporte debemos y podemos aportar mucho más que un grito de apoyo a nuestro “gallo” o una injuria al rival.
Hay una cifra demoledora: del 20 al 50% de ex boxeadores tienen síntomas de daño cerebral crónico permanente, existe una amplia gama de desórdenes cerebrales a largo plazo, por citar algunos: demencia pugilística, parkinsonismo postraumático, síndrome de demencia crónica post contusión y encefalopatía traumática crónica, principalmente. En una carrera promedio se reciben miles de golpes a la cabeza, el tipo y la severidad del daño dependen del ángulo del impacto, la fuerza, el movimiento de la cabeza, la relajación y fatiga de los músculos cervicales cuando las peleas están muy avanzadas y el boxeador cansado, esto ocasiona mayor aceleración rotacional y de traslación con cada golpe. Teniendo en cuenta estos factores es comprensible la necesidad y responsabilidad de  tomar medidas preventivas previas a los combates y posterior a ellos, así como tomar la decisión de sugerir o prescribir el retiro del deporte. 

Existe mucha evidencia que documenta los daños neurológicos en deportes de contacto.



Este artículo titulado: “Determining brain fitness to fight: Has the time come?”,  cita la declaración y consenso de la contusión en el deporte, Consensus statement on concussion in sport, realizada en el 2012 en Suiza y que debe formar parte de la práctica cotidiana de todos los Médicos relacionados con el deporte donde el riesgo de contusión cerebral es inminente. Este trabajo marca claramente cómo debe manejarse la reincorporación gradual de un deportista, independientemente de la disciplina que practique, que ha sufrido una contusión cerebral, apegándose a estas recomendaciones podemos tener un adecuado y seguro regreso a la actividad física y deportiva con un margen amplio de seguridad para nuestros pacientes, y sobre todo, la prevención de lesiones o daños cerebrales, o en el peor escenario la limitación del daño.
En el boxeo profesional después de sufrir un KO o KOT, el peleador debe guardar un reposo total y suspensión de actividad deportiva en un plazo de 30 hasta 180 días, esta variabilidad es dependiendo de la comisión médica o atlética donde se haya realizado la pelea, así como del país o del organismo de boxeo al que pertenezca el púgil.
Hasta aquí todo parece ser muy claro, pero existe una situación real y problemática, que se convierte en un verdadero factor de riesgo en el boxeo: los diferentes reglamentos y estatutos de las comisiones de boxeo y lucha en México, en muchas de las cuales la revisión médica se limita a un examen médico general previo a los combates, generalmente realizados en el día del pesaje donde se realiza un monitoreo de los signos vitales, reflejos pupilares, revisión de la cavidad oral, tórax y manos. No hay un examen protocolizado y estandarizado a nivel nacional para las peleas de box profesional en México, mucho menos una valoración neurológica íntegra que vincule a una prohibición a pelear de forma preventiva, más lejos se encuentra una batería de estudios de imagen, (tomografía o resonancia magnética), que demuestren el estado actual del cerebro y que puedan orientar o sugerir daño crónico, y en algunos casos,  evidenciar cambios estructurales que hagan riesgosa la práctica de un deporte de contacto. En caso de existir una comisión que tenga un amplio y correcto protocolo de revisión médica esto queda limitado a esa comisión, si un boxeador no es autorizado para combatir como resultado de un minucioso examen neurológico, el peleador podrá competir en algún otro estado sin cumplir estrictamente todos los estándares de salud necesarios y subirá al ring. Este escenario es similar en Estados Unidos, donde están las mejores bolsas y representan “las grandes ligas del boxeo mundial”.  Es de llamar la atención la diferencia que existe en la regulación de estados “boxísticos” en el vecino país del norte, entidades como California, Texas, Nevada, Nueva York o Washington no comparten la batería de pruebas ni el rigor de las mismas para otorgar una licencia de boxeo profesional. Tema de profundo análisis para otra discusión.
El artículo al que hago referencia recomienda tres principales acciones que pretenden incrementar la seguridad y prevención de lesiones cerebrales crónicas: 1) Valoración neurológica estandarizada, debiendo realizarse por un neurólogo o neurocirujano, apoyados con estudios de imagen cerebral y con el uso de evaluaciones que midan la función cognitiva del boxeador, esto lo más temprano posible dentro de la carrera deportiva de los boxeadores y que permitan realizar estudios en un futuro para comparar cambios a consecuencia de las lesiones acumuladas o por KOT, KO. 2) Estudios de neuroimagen como protector de la salud y seguridad del atleta. Hay imágenes que indican la existencia de lesiones previas a la práctica del boxeo (malformaciones congénitas), con esta información se pueden prevenir muchos eventos adversos. En el seguimiento de los boxeadores si se realizan estos escaneos de forma frecuente y rutinaria  pueden evidenciarse  cambios del tejido cerebral ocasionados por la acumulación de los impactos recibidos y proporciona una evidencia de lesión cerebral ya instaurada en el peleador. 3) Identificar a boxeadores de alto riesgo; son aquellos púgiles con elevado número de peleas por año, gran número de rounds disputados y aquellos que tienen elevado número de derrotas  por K.O., yo agregaría a esta identificación de boxeadores de alto riesgo a púgiles ganadores que tengan un récord con pocas peleas perdidas, inclusive invicto o con derrotas sin sufrir K.O., pero que han sido sometidos a un castigo continuo como consecuencia de su estilo de boxeo o deficiencias técnicas en la defensa, es decir boxeadores que reciben mucho castigo. Esta identificación de los peleadores podría realizarse con una adecuada y efectiva  coordinación de las comisiones de boxeo a nivel nacional para llevar un registro oportuno y real del récord de cada boxeador. No debe sorprender al lector que hay boxeadores que tienen muchas más peleas disputadas que las que declara su récord oficial, si éstas son derrotas será mucho mejor que no se reflejen en el registro oficial que, al final, es una herramienta para  promover a un boxeador. 



Los estudios de imagen rutinarios pueden evidenciar tempranamente lesiones neurológicas.



Siendo realistas, los cambios o sugerencias que se  han señalado no se realizarán por las comisiones de boxeo de nuestro país. Los promotores y managers hacen lo que creen necesario o conveniente, de acuerdo a sus propias experiencias y a sus recursos, creo que es el mismo boxeador quien debe tomar la responsabilidad total de este asunto.
¿En dónde entra el quehacer médico en todo esto?. El médico de ring, ese mítico personaje por todos conocidos, es un profesional que dedica su tiempo dando este servicio principalmente desde el pesaje hasta el fin de la función boxística, son admirables los conocimientos que estos galenos tienen en la identificación de las múltiples y variadas lesiones y condiciones médicas que arroja una cartelera de boxeo. Pero también históricamente su función se limita a esos agridulces y sangrientos momentos de gloria y derrota. Estos profesionales pertenecen a las comisiones médicas de boxeo y lucha y generalmente no acompañan a los boxeadores en el tránsito que transcurre entre el fin de la pelea y el inicio de la siguiente, lapso que puede ir de días hasta meses.
Es preciso decir que en esta laguna toma relevancia la función del  Médico del Deporte dentro del equipo de trabajo de un boxeador amateur y profesional de forma permanente, que monitoree y controle las intervenciones necesarias para observar el progreso y salud del deportista, así como para identificar rápidamente un deterioro y limitar el daño. Estas acciones las realizará en todo el trayecto entre pelea y pelea, día a día, con seguimiento en los entrenamientos y campamentos hasta el sitio sagrado y último recóndito donde este podrá estar al lado de su boxeador: la esquina.
El médico del deporte debe planificar junto con el equipo de trabajo las visitas a las revisiones neurológicas como un elemento más de las actividades pre competencia que rutinariamente se deben realizar, recordemos: electrocardiograma en reposo, ecocardiografía, pruebas de ergometría, tratamiento fisioterapéutico y médico de las lesiones que se presenten, control médico del entrenamiento deportivo, el legendario y problemático control de peso, entre muchas más.
No puedo dejar de imaginarme el ideal de ver un boxeador mexicano, (ya de por sí un gran espectáculo), con un verdadero maestro de boxeo como dupla principal y única, apoyados estrechamente por un preparador físico y la medicina del deporte, ¿Qué podríamos obtener?, una carrera boxística más larga, segura, probablemente con menos lesiones y al terminar ésta, un ex boxeador física y mentalmente íntegro y lúcido que pueda disfrutar y recordar las glorias del pasado, disfrutando sus derrotas, sufriendo los innegables efectos negativos de la fama y la victoria, pero con toda la capacidad mental y cognitiva de poder hacerlo. Todos tienen el derecho de verse sanos y enteros como Julio César Chávez con acertados disparates como balas perdidas ó Ricardo “El Finito López”,  haciendo alarde de mucha materia gris en sus alocuciones.
Invito sinceramente a los boxeadores a que consideren este mensaje y tomen un rol más activo en su propio cuidado a mediano y largo plazo.

Miguel Angel Nazul Aké Montiel
Especialista en Medicina del Deporte.

Referencias:
1. T. Seifert et al. Determining brain fitness to fight: Has the time come? Phys Sportsmed, 2015; Early Online:18
2. McCrory P, Meeuwisse W, Aubrey M, Cantu R, Dvorak J,Echemendia RJ, et al. Consensus statement on concussion in sport: the 4th International Conference on Concussion in Sport held inZurich, November 2012. Br J Sports Med 2013;47:2508